Estamos ya arrancando motores para la llegada de nuestros alumnos/as el próximo lunes. Es tiempo de organizar las aulas y preparar todo para empezar el curso de la mejor forma posible. Además de organizar cosas materiales, es tiempo de hacer balance sobre cuestiones que fallaron el curso pasado o que no funcionaron como nos hubiese gustado. En mi caso, una de ellas es la puntualidad. Ya se puede decir por activa y por pasiva en las reuniones con las familias, que siempre hay varios casos a los que hay que llamar la atención en repetidas ocasiones, muchas veces sin éxito y con pocos resultados.
Creo que los adultos somos ejemplo para nuestros pequeños/as. Ellos/as son esponjas que absorben e imitan todos nuestros comportamientos, tanto positivos como negativos. Si desde pequeños están viendo cómo nosotros respetamos los horarios y somos puntuales, estaremos sembrando la semilla para que en un futuro nuestros niños/as también lo sean. Corresponde a la familia trabajar una serie de hábitos en su seno, uno de ellos es la puntualidad. Con este hábito, no sólo se está transmitiendo la importancia de llegar a tiempo a un sitio, sino la del respeto hacia la persona que espera y, sobre todo, la organización del tiempo previo a esta acción, que también es muy importante, así como la actitud de la responsabilidad.
Desde mi posición de maestra, algo cansada ya de la misma lucha durante todos los años con el mismo tema, he puesto en la puerta de la clase un cartel con la imagen que aparece a continuación, con la esperanza de que surta algún efecto y obtener algún resultado. Lo comparto por si alguien de vosotros/as tiene el mismo problema que yo y lo quiere usar. También os invito a que me contéis si alguna vez habéis tenido este problema y habéis usado alguna fórmula efectiva.
Esta imagen la encontré en la página compartetusplaneaciones.com, tal y como se indica en la imagen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario